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En una actividad que sirvió de presentación del próximo ministro de Agricultura, el todavía presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz, Tabaré Aguerre, presentó la guía de buenas prácticas en el cultivo de arroz en el Uruguay.
Esta publicación tiene dos vías centrales: lo que se debe hacer y lo que se recomienda realizar. En la primera vía están todas aquellas prácticas que son de cumplimiento legal: los productos que no se pueden usar, la imposibilidad de uso de transgénicos y de una serie de agroquímicos.
Aguerre enmarcó la medida dentro de una estrategia de valorización ambiental y en el esfuerzo del sector por ser “confiable y con prácticas ambientales certificables”. Destacó que las discusiones vinculadas al calentamiento global llevarán a que la eficiencia ecológica de los productos vaya a ser medida con cada vez más celo.
“Se nos preguntará cuántos gases invernadero generamos por tonelada de grano producido” y destacó que eso será un aspecto clave para mantener unos mercados, conquistar otros y valorizar el producto. Remarcó la importancia creciente del mercado europeo y la diferenciación que va conquistando Uruguay en dicho mercado.
A su vez enmarcó el proyecto presentado dentro de un conjunto más amplio de medidas. Indicó también que el sector arrocero tiene margen para crecer a través de la expansión de su frontera agrícola, a través de la infraestructura de riego.
Explicó el monitoreo de agroquímicos que realiza la gremial en conjunto con INIA y las facultades de Agronomía y Química y dijo que en lugar de hacer como el avestruz, la gremial decidió ver “cuánto había de cierto en el problema, cuanto había de mitigable en la situación y cuál era el mejor tratamiento científico del problema”. Destacó además el bajo uso de insecticidas en los cultivos.
El actual ministro y futuro subsecretario, Andrés Berterreche, destacó la importancia de los pasos dados por los arroceros y el carácter dinámico de las exigencias.
Eso fue ratificado por el presidente de la gremial de molinos arroceros, Adolfo Crosa, quien ilustró sobre las durísimas exigencias de los europeos y la necesidad de análisis independientes para asegurar la inocuidad de las partidas.
Explicó que cuando un embarque tiene problemas puede ser quemado o destinado a la alimentación animal y que -en caso de que se considere un caso grave- se aplica una alerta amarilla que dificulta volver a exportar, algo que nunca ha sucedido con el arroz uruguayo.